Yolanda Fernández Dice

lunes, mayo 28, 2007

SE CONCRETÓ LA CANALLADA

Hemos pasado por circunstancias que nos han sembrado mucho dolor, en lo personal sigo en mi particular circunstancia tratando de encontrar un camino. Pero hoy no quiero hablar de mi particular circunstancia, sino de la dolorosa circunstancia de todos los que habitamos en esta tierra de gracia en desgracia: se ha concretado la canallada y nos están robando la libertad.

No quiero hacer defensa de RCTV
... estoy demasiado cansada...
No tengo fe en el porvenir...
No creo que venga nada mejor...

Es que aquellos son tan malos para crear...
... y le han hecho mucho daño a éstos.
Por eso sólo se roban lo que ya está creado ...
Se inventan jueces y leyes para avalar lo injusto...
Por eso a RCTV la han despojado... sólo les queda la dignidad...
maravillosa herramienta y ejemplo para todos...

He visto la oferta de TVES y... nada nuevo ...otro cuento más.
No tengo fe en el provenir...
No creo que venga nada mejor.

Pienso en los que menos tienen en RCTV: los trabajadores.
Me duele su angustia.
Los he visto llorar y me duele su dolor.
¿Quién pensó en ellos?
¿Qué les toca de este desbarajuste?
¿Serán las víctimas de este absurdo desbarajuste?
¿Podrán soportar lo pesado del incierto futuro?
¿Alguien pensó en ellos?
...la señora que limpia, el electricista, la peluquera, el carpintero, el pintor, el que levanta los cables, el que cuida las torres de transmisión perdido en las montañas del país, ... ¿alguien pensó en ellos?

Así no se construye la prosperidad, así no hay desarrollo...
Ese despojo a RCTV ha sido una gran equivocación, ha sido la más clara evidencia de la soberbia. ... y con la soberbia no se construye nada.
Se ha concretado una canallada y nos están robando la libertad...
No tengo fe en el provenir...
No creo que venga nada mejor.

martes, mayo 15, 2007

SIETE DE MAYO

Ese día fui a consulta médica, me cuesta ir al médico porque sus evaluaciones suelen ser invasivas y siempre temo que me den malas noticias. Por eso había descuidado esa evaluación... había dejado pasar bastante tiempo.
Miró, auscultó, revisó, tocó, palpó, volvió a revisar, volvió a tocar, volvió a palpar y me lo dijo. Aunque yo lo sospechaba, el médico me lo dijo con todo el vocabulario técnico que su especialidad emplea... me quedé muda... sólo atiné a decirle: "con todas las vainas que tengo encima... y ahora esto". Y salí con una pila de papeles para realizar otras evaluaciones más especializadas, con equipos de alta tecnología... salí un poco aturdida y así llegué a mi casa.
Ha pasado más de una semana y ya me cansé de llorar, ya no quiero estar por los rincones angustiada y vaciando mis ojos hasta no poder más, en el baño, en mi habitación a oscuras, en mi trabajo, en el metro... ya no quiero llorar más... ya no voy a llorar más.
He comenzado a realizar las otras evaluaciones. Voy de aquí para allá, aquí no tenemos el equipo, allá es demasiado costoso, le doy la cita para el jueves a las siete de la mañana, venga en ayunas...
Hoy visité un Centro de Diagnóstico Integral, uno de esos centros de salud que integran "la nueva red de asistencia médica" del gobierno bolivariano. Una colega me había sugerido la posibilidad de solicitar atención en ese lugar, averigüé dónde estaba ubicado y allí fui a parar con mi pila de papeles... lo que vi allí se los cuento en otro post. No único que me permito decir en este momento es: no me lo calo... no me lo calo... a quién engañan...
Hoy estoy más tranquila y confiada en las palabras de mi estimado Doctor Gutiérrez ..."usualmente eso suele ser benigno... no te alarmes, pero la solución es quirúrgica". Desde el fondo de mi corazón deseo que sus palabras se hagan realidad porque ya no quiero llorar más.

sábado, mayo 05, 2007

PERSECUCIÓN

Los vi correr todos, había muchísima gente y yo estaba pegada a la pared. Parecía una persecución, era que estabas metido en algún lío y los perseguían a todos. En un instante dos cuerpos yacían en el suelo convertidos en sombras sin rostro, sin forma, sin dimensión. Sentí que el miedo me paralizaba, tú también estabas allí, de pie, oculto entre la gente que gritaba, que vociferaba con angustia al ver que los iban a matar a todos, que gritaba expresando su impotencia y su dolor. La gente gritaba, yo también.
Sin ninguna señal de compasión, un hombre se acercó a los caídos y les disparó en la cabeza con un arma oscura que lucía como negro carbón. Sentí miedo en el estómago y ganas de vomitar, los vi morir. Fue una imagen violenta que me sacudió, que nos sacudió a todos. Estábamos como atontados, éramos una masa atontada, paralizada por el terror.
El perseguidor era el mismo hombre negro carbón que unos días antes habíamos visto en el Teatro Municipal acompañando al presidente aquel. ¿Te acuerdas?, aquel presidente que destruyó la prosperidad y la esperanza de aquel país del sur. Ese que pasó a la historia como "el gran accidente". Sí, el perseguidor era uno de sus guardaespaldas, uno más de los infelices guardaespaldas extranjeros que cuidaban al presidente aquel.
Me preocupé mucho por tu seguridad, te había visto oculto entre la gente, te habías deslizado por el pasillo de CPC, permanecías oculto, disimulado y seguro. Luego te retiraste, usabas una chaqueta que te hacía parecer otra persona. Te acercaste a mí y me murmuraste algo que no recuerdo, vi en tus manos una pequeña caja con algo que no distinguí bien. Eran como piedras preciosas verdes y blancas, un material brillante que yo no conocía o algún tipo de materia radiactiva. Era contrabando de piedras preciosas o materia prima básica para fabricar explosivos. Yo no entendía en qué lío te habías metido. No entendía tus palabras, yo no entendía la persecución, ni el horrendo crimen que había presenciado. Sólo me preocupé mucho por tu seguridad.
Después caminaste con celeridad, te acompañé. Ibas tan rápido que casi no podía seguirte. Hablabas y se te notaba altamente preocupado y triste. Me dio pena verte así, tan triste, tan desconocido. Hablabas... debías irte del país. Caminabas... debías irte del país. Te acompañé, aunque no entendía lo que decías.
La gente se había convertido en una sombra, estaba allí pero no se distinguía, era como una sombra que te acorralaba.
Caminamos mucho, entrabas a unas casas viejas, feas, con techo de tejas muy viejas. Todas las casas estaban vacías, bajabas por unas escaleras de piedra hacia una zona oscura y húmeda; subías y volvías a la calle siempre presuroso y triste. Me daba pena verte así. Hubiese querido volver a verte alegre y sonreír con tu sonrisa, pero no pude porque yo también estaba aterrada, me sentía desamparada y tenía mucho temor de que me hicieran daño. Me sentía insegura, era un dolor muy grande.
No recuerdo con exactitud, pero creo que comenzaba a oscurecer y la gente-masa se veía por todas partes. La gente se había convertido en una sombra, todos estaban como colgados en las paredes, eran parte de ese paisaje que yo tanto aborrecía: muchedumbre, suciedad y miseria.
Entraste en una casa donde había gente que no te reconoció. Pasaste entre ellos y regresaste a la calle. Allí, en la calle, te abracé muy fuerte y ambos lloramos porque debías irte del país.
Te alejaste. Tu imagen se fue perdiendo entre la gente masa.
Mirando aquella escena me quedé sola en la calle, todo se diluyó a mi alrededor... me quedé sola, unas lágrimas bajaron silenciosas y calientitas y nadie las notó.