Yolanda Fernández Dice

lunes, junio 13, 2016

MARIPOSAS AMARILLAS

Cuando murió el Gabo, yo estaba en la casa de mi mamá, en aquel pueblito oriental que se quedó como una cicatriz marcando mi vida. Recibí en mi teléfono un mensaje de texto donde me avisaban : "murió Gabriel García Márquez"... y sentí como si hubiera muerto un amigo fraterno, un miembro de la familia elegida que construí con la lectura de su obra. Siempre me gustó leer a García Márquez: creo que mi cabeza se llenó de fantasía e imaginación con cada página que de él fui leyendo.  
Hoy las mariposas amarillas revolotean nuevamente, es Mauricio Babilonia que regresa y se mete en mi pensamiento con su olor, con sus manos llenas de aceite, con todo lo descuidado que se ve, con su verbo agudo, directo y sabio. 
En mi infancia hubo muchas mariposas amarillas, tal como las de la obra del Gabo.
En el pueblo de mi infancia abundaban las mariposas amarillas. En cierta época del año, creo que en la entrada de las lluvias, las mariposas amarillas revoloteaban por miles en las charcas que dejaban las lluvias. Eran una colcha amarilla y se juntaban sobre el suelo, en el agua, en la tierra húmeda que las atraía.
Yo tengo miles de mariposas amarillas en mi cabeza, en los recuerdos más recónditos de mi infancia... en los recuerdos bonitos.
Tengo la cabeza llena de recuerdos que van y vienen, como las mariposas amarillas de Gabriel García Márquez... pero eso no importa.