En los últimos tiempos he estado reflexionando sobre el país que le estamos dejando a los jóvenes y sobre cómo se le están cerrando las puertas de las oportunidades que ellos deberían tener.
No es nada fácil ser joven en la Venezuela actual.
Esta mañana viví un par de experiencias con mis alumnos que me entristecieron. A primera hora, estaba previsto que resolvieran unos Ejercicios de Aplicación sobre un contenido gramatical que incluía lectura, análisis y redacción. Faltaron ocho estudiantes; de esos ocho, cuatro no se reportaron, tres llegaron muy tarde y no los dejé presentar, acordé con ellos que recuperen esa evaluación con el grupo que presentará mañana, y al último, que también llegó tarde, le permití que trabajara con su compañera que ya lo esperaba, el trabajo era en pareja.
Cuando llegó, le pregunté sobre qué le había pasado, por qué había llegado tarde. Me respondió: "Profe, por donde yo vivo se presentó un tiroteo y no pude salir de mi casa temprano". "Donde vives, hijo" -le pregunté. "En El 23, Profe, y eso se pone muy peligroso"
Miré su brazo delgadito y moreno y me enterneció. Es un niño este estudiante, tiene carita de niño que apenas está comenzando a vivir y ya le toca hacerlo de ese modo: entre balas, rodeado de peligro, de miseria humana y de falta de oportunidades. Vive en el sector del "23 de Enero", una zona que no conozco, pero que todos reconocen como muy compleja desde lo social, con muchas dificultades de todo tipo.
El otro caso fue el de un estudiante que vive en "Las Minas de Baruta", una barriada que creció en medio de urbanizaciones acomodadas del sureste capitalino. Él no pudo llegar a tiempo a su evaluación porque en su barrio no hay suficiente transporte público, según me dijo. En las últimas semanas ha habido varios asesinatos, uno de ellos un conductor de esa ruta, hay bandas armadas que se enfrentan y la gente está muy desprotegida. "Yo no salgo, Profe, vengo de mi casa a la universidad y regreso pa mi casa y no salgo, eso está muy complicado por allá"
Me quedé reflexiva, al salir del aula se lo comenté a mi colega D. Me puse en los zapatos de estos jóvenes y me avergoncé por el futuro que le estamos dejando.
De verdad que es triste, mi Venezuela se salió de los límites. Esto ya no parece un país: este es un mundo salvaje donde impera el desorden, la indolencia y la intolerancia.
Mientras tanto, los gobernantes siguen experimentando con este pobre país que está a punto de estallar.
Seguiré...